Paz y Bien…
Cuando cumplí 15 años, mi abuela Veva (EPD), me regaló un libro, y fue
el primero que leí completo, ya que no soy amante de la lectura, aunque suene
irónico, y éste se titulaba: “Esta juventud magnífica y sus enamoramientos”.
¡Qué sabía mi abuelita!
Pues últimamente lo he recordado constantemente, ya que mi hija mayor,
que está en plena adolescencia, me ha
platicado de un amigo que tiene en la escuela y se agradan. Se intercambiaron
sus números de teléfono, se llaman y hablan diariamente.
A veces nos reímos de estas pequeñas cosas y las vemos como cosas de
niños, momentos jocosos o graciosos, pero la realidad es, que como madres y
padres, nos vamos dando cuenta de que están creciendo, que ya pronto dejarán de
ser nuestros bebés. Tenemos que
disfrutárnoslos lo más posible y dedicarles tiempo de calidad, estar pendientes
a su comportamiento y necesidades físicas y personales, hablar con ellos de lo
que sea y/o nos pregunten, y siempre con la verdad. Debemos ser su apoyo y si no estamos de
acuerdo con algo, explicarles por qué.
Así ellos entenderán nuestras razones, aunque no les gusten y cuando
sean adultos dirán: “Papi y mami tenían razón”; como sé, que hemos dicho la
mayoría, sino todos, en algún momento.
Dios nos los dio para cuidarlos y hacerlos seres de bien, aunque no
perfectos.
Dios les bendiga y a sus familias…
Glenda Mil